NOSOTROS GARÍNAGU
Texto introductorio de JE para
Concierto anual de NOCTURNAL.
Teatro “Francisco Saybe”, San Pedro Sula, Junio 2012
Venimos del tiempo, del mar y la noche.
En las Antillas caribeñas libramos las batallas de la guerra; en
Honduras vinimos a pelear las todavía más duras batallas de la paz.
Los ingleses nos tiraron en Roatán, convencidos de que les era
imposible vencernos militarmente, seguros de que en San Vicente nuestra
rebeldía jamás iba a terminar. Por ello nos hacinaron en varios buques y a oscuras
nos abandonaron en la isla solitaria donde imaginaron debíamos morir pronto.
La historia demostró que los imperios siempre se equivocan…
Pues más bien, la feracidad de estas tierras, la lujuriosa vegetación,
la abundancia de aguas, el aire de sus bosques inmensos y ricamente vegetales,
la libertad que aquí se respiraba, fortalecieron nuestra raza y nos
convirtieron en una de las siete cuerdas de la trenza de la identidad nacional.
Nos sumamos, así, a los otros pueblos originarios de Honduras: lenca,
chortí, pech, misquito, tolupán, tawaka, y cuando la república nació, en 1821,
pasamos a pertenecer a la nación y a construirla.
Un día hemos de encontrar quiénes de nosotros acompañaron a los
próceres en sus aventuras cívicas y particularmente a la gesta revolucionaria
de Francisco Morazán, pues es imposible que un pueblo como el nuestro, que
había luchado tanto y ferozmente por su independencia, no se sintiera
contagiado por el ideal noble de la federación unionista y no lo defendiera.
En algún espacio del largo istmo centroamericano ha de descansar el
numen de aquellos de nuestros antepasados que ofrendaron su vida por la
libertad.
Así como ahora ofrendamos nuestro músculo, nuestra voluntad y nuestro
afán por convertir a Honduras en uno de los sitios más representativos y
brillantes de la cultura americana.
Pues nuestros ritmos, nuestros ritos y nuestros bailes son mucho más
que ejecuciones artísticas: son nuestra contribución a la identidad comunal.
Con ellos convocamos al pasado para revelar las raíces que hermanan a
los hombres del mundo, pues África, América, Asia son categorías geográficas a
las que se ha impuesto convenciones culturales. El planeta es uno solo, la
tierra es una íntegra, al ser humano lo que lo diferencia es la inteligencia,
el talento y la voluntad, no la blancura ni la negritud de la piel. El día en
que finalice el racismo acabará la maldad.
Con nuestros ritmos y ritos convocamos al presente y hacemos saber a
las mujeres y los hombres que si bien en la vida cargamos unas mochilas de
sufrimiento y dolor, lo importante no es pensar en las mochilas sino en la
vida. Y refrescar sus razones con la alegría. Y vitalizar a los infantes, los
adultos y los ancianos con la música. Y hacer que el orbe baile y se enfrente a
la adversidad con fuerza y valor. Para nosotros la sonrisa es más poderosa que
el silencio funeral.
Con nuestros ritmos y ritos convocamos también al futuro y lo
emplazamos a desterrar para siempre la violencia; a romper las cadenas de la
discriminación, a superar la injusticia y la pobreza, a edificar un mundo
mejor. Por eso jamás le cantamos a los agresivos, a los rudos y a los
hipócritas, porque concebimos que el arte existe sólo para el bien.
Tampoco es que seamos perfectos y nos creamos modelos de dios. Nos
falta educación pero reconocemos desde ya esa ausencia y luchamos contra ella.
Por veces nos sobra humildad, si bien esa no hace mal. Por ratos somos
arrogantes y habrá que labrar y devastar ese duro palo del Guanacaste de nuestro
carácter. Por ratos nos deprimimos o indignamos pero rara vez insultamos con
groseras palabras, ni portamos fusiles, ni escondemos puñales, ni lanzamos
gases lacrimógenos, ni llevamos sogas para amarrar nada que no sea la
felicidad, que deseamos para todos.
El día que tú ––blanco, amarillo, trigueño, negro, mestizo––reconozcas que
somos la otra parte tuya que falta ensamblar a la personalidad hondureña,
habremos concluido la misión para la que vinimos a la tierra, y particularmente
a esta Honduras en 1797, hace más de dos siglos ya.
Bienvenido, entonces, a nosotros mismos.
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