19 marzo, 2014

PALABRAS de JULIO ESCOTO
EN CONMEMORACION DE LOS BEATLES


Grupo musical REVOLUTION, Director Max Urso
Teatro José Francisco Saybe, San Pedro Sula, Abril 30, 2008

I.-
Hola amigos, buenas noches.

Esos cuatro nos cambiaron la vida...
Y lo sorprendente es que eran casi tan jóvenes como nosotros, veinteañeros cuando asaltaron al mundo con la beatlemanía, digamos que por 1964.
Casi acaban con los crooners y cantantes de baladas y boleros, es más los opacaron por buen rato y el orbe se apartó del swing y del merengue, se alejó del trópico y más bien se anglicanizó.
Si ya desde los años cincuenta pretendíamos hablar inglés –es decir que lo machucábamos cantando–, desde que Elvis Presley, Ricardito y tantos otros nos enseñaran a imitar la lengua, con la llegada de los Beatles lo que no se entendía se suponía, lo que no se comprendía se deducía, el hecho es que las tonadas, los ritmos y las palabras –o lo que parecían ser sus palabras– manaban en boca de todos.
Con gran beneficio para la humanidad, la que es nuestra generación aprendió a solicitar auxilio en otro idioma. Help! se hizo pronto el vocablo de moda y ya eso daba algún estilo de internacionalización: en caso de hecatombes no sucumbiríamos sin pronunciar el alarido heroico, el grito adánico de help!, lo enseñaban los Beatles.
Es más, si esa hecatombe fuera espiritual, si se cayeran los cielos del alma impactados por el egoísmo y el sufrimiento, ya no debíamos decir que estábamos tristes, vencidos, derrotados ni arruinados sino expresarnos feeling down, con las defensas por los suelos.
Así es que allí, en esa melodía, en “Help!”, nació lo que podría ser reconocido como el lema de desespero de toda una multitud poblacional del mundo en ese momento: matanzas en Vietnam, la guerra fría, misiles atómicos listos para despegue, el botón rojo nuclear fácil de ser aplastado, los discursos incendiarios del Este chocando con los incendiarios discursos del Oeste, Berlín y su muro al medio, todo eso era parte del horror diario, del miedo frente a una conflagración mundial.
Por ello digo que el mensaje de “Help!” fue el de toda la humanidad de ese instante: “Help me if you please, I am feeling down” nos retrataba en cuerpo y alma, describía a nuestra indefensión ciudadana.


II.-
Pero los temas de los Beatles también nos inclinaron a gustar del francés, que ya desde antes pregonaba ser lengua de amor. A mí siempre me agradó el francés en secundaria, que aquí entonces lo enseñaban pues era superior secundaria que las de hoy.
Así es que cuando Lennon y McCartney escriben “Michelle”, como mucho más tarde haría Elton Jones con “Nikita”, lo que se disfruta de la melodía es la sospecha del episodio de seducción. Le estamos diciendo a una muchacha que ninguna respira igual que ella, que rompe a las expectativas, que es gozo verla y deseo al amarla.
Es tan única Michelle que sólo saberla es placer, “ma belle”, y luego el francesazo que nos talló la memoria: “son les mots qui vont tres bien ensamble”, palabras que calzan a la perfección.
Supe desde entonces que no hay dama que resista si se le dice ma belle... Siempre me funcionó.

III.-
“Michelle” fue una de las tantas evocaciones a mujeres que hicieron los Beatles.
Otra muy recordada es Rita, la agente de tránsito que sugiere tanta belleza que se olvida es severa autoridad, lovely Rita Meter Maid. Desempeña tradicional oficio de varón pero es deliciosamente femenina.
Mientras que la más famosa es Jude, aquella que puede trenzar dos letras del corazón, la que no debe echarse el mundo a las espaldas ni sentir temor, la que mejora a las canciones. Pero igual es relevante Mollie, cantante en un bar, la heroína de “Ob la di ob la da”, considerada la peor canción de todas las épocas, así como Lucy en el Cielo con Diamantes, una repetitiva tonada que sin embargo despertó inquietud mundial.

IV.-
Si se busca comprender el éxito de los Beatles debe conocerse que 70% de sus canciones se dedica a temas de amor y mujer. Aparte de esas que ya citamos hay una Eleanor Rigby, que es de hondísima tristeza.
Una Martha y una Julia, una Dear Prudence –amada Prudencia– e incluso una Lady Madonna que no se sabe si es mística o pecadora humana. Y luego está “Let it Be”, donde surge cierta Mother Mary, Madre María maravillosa, que uno ignora si es fantasma, espectro de la imaginación o señora frecuente en la ciudad. El latigazo de “Mother Mary comes to me, speaking words of wisdom...” te descentra de la vida.
Igual que, sin que tenga nombre de mujer, la historia de “She is leaving home” casi hace llorar. Describe a una adolescente que trunca a la paternidad, huye de la casa sin amor, la madre no puede dar lo que no tiene. Se rendirá acostada en la litera de un cabezal de remolque ignorando si inaugura así o no a la felicidad.


V.-
Pero con todo, a pesar del valor que tengan esas canciones, mi preferida es la que retrata a  la negociación y al conflicto de la pareja, a la disparidad ocurrida a veces entre amantes y que describe exquisitamente una melodía poco apreciada y que es “We can work it out”, “Podemos arreglarlo”.
A qué discutir si la vida es breve y no hay tiempo para alborotos y pleitos, dice uno a otro en el matrimonio. Por qué te empecinas en tu visión del problema y no escuchas... ¿No te das cuenta de que si seguimos obstinados así acabaremos rompiendo la relación...? Podemos arreglarlo, We can work it out, suplica uno de los dos.
Y nosotros no podemos sino imaginar la dirección en que chocan las ondas mentales de ambos resentidos, los rencores, enojos y enconos que obstaculizan la reconciliación, los celos que cocinan al alma, el odio que se impone al amor... Es un grito desesperado, dicho en voz sufrida de esperanza: querida o amado, por favor, we can work it out...

VI.-
Fue George Harrison sin embargo, el callado de los Beatles, quien escribió una de las más famosas romanzas de todas las épocas, “Something”.
Según encuestas mundiales, las dos melodías que ocupan el rango de más orquestadas y vocalizadas en el universo son: “My way”, reelaborada por Paul Anka sobre la base de una tonada francesa, y “Something”, de Harrison, escrita en 1969. Si el dato es correcto, esta última ha sido grabada por distintos cantantes y orquestas cerca de novecientas veces, siendo desde luego su más clásica interpretación aquella de Frank Sinatra y que es todo un himno seductivo.
“Algo le dice que lo único que hago es pensar en ella”, sería una cruda traducción. “Algo en su estilo, en su personalidad, que jamás la abandonaría...” Es como si se encontrara a la fémina perfecta, a la mujer fenómeno, a nuestra exacta mitad. Que nos marque la playa de la vida, que hunda allí las huellas, que nos ame y desame de un momento a otro, que su luz teja el camino de la salvación... ella tiene algo indefinible y sensacional.
Qué extraordinario homenaje a una mujer...


VII.-  
Como Max Urso y yo somos coleccionistas de discos relacionados a los Beatles, frecuentemente nos llevamos sorpresas.
Los Beatles han sido copìados, imitados, pirateados y reelaborados muchas veces. Tienen ediciones en reggae pero similar en orquestación moderna y clásica. En 1994 la Filarmónica de Londres lanzó un disco de gala con sus obras; allí elegantes pianos de cola reproducen las notas populares de los Beatles, ascendidas ahora a categorías purificadas.
Igual hay interpretaciones en canto gregoriano y versiones en merengue, salsa, marcha, jazz y chill-out; en cuerdas, arpa y sintetizador electrónico. En 1997 el quinteto Canadian Brass, o sea los Bronces de Canadá, asombró al instrumentar las tonadas de los Beatles con sólo trompetas, trombón, saxofón y tuba.
Y cómo no recordar las interpretaciones ya clásicas por originalidad, entre ellas la de Sinatra con “Something”, ya mencionada, pero sobre todo las de trompeta por Herb Alpert en conciertos; de Nina Simone con “My sweet Lord”; de Bono, el de U2, con “I’m the Walrus”, y la genial e irrepetida “Con una pequeña ayuda de mis amigos”, por Joe Cocker en el concierto Woodstock de 1969.



VIII.-
Cierta amiga de Ámsterdam me cuenta que en su juventud y en Europa existía una severa distinción política con respecto a la obra del cuarteto de Liverpool.
En general sindicalistas, obreros y gente de avanzado pensamiento preferían a la música agresiva de Rolling Stones, mientras que la de los Beatles se consideraba condescendiente con el público, comercial, clase media y de niños fresa.
Sin duda eran visiones distintas. Cuando uno lee el texto de las melodías de los Beatles se da cuenta de que es mínimo, repetitivo e incluso sencillo, pues está escrito para ser cantado, no para transmitir mensaje. Y con todo es una lírica que dice cosas, a veces profundas y de la vida.


IX.-
Quizás su mayor logro es haber representado bien la metáfora de la existencia.
Pues de jovencitos intérpretes evolucionaron hasta convertirse en maestros de la estructura musical. Los vimos crecer, nos ayudaron a crecer.
De ingleses limitados a su pequeño orbe abrieron las puertas de la mente para explorar y conocer otros ángulos del mundo en lo social, lo estético, lo religioso y lo místico. Fueron madurando al mismo tiempo que lo hacíamos nosotros, pues si no éramos de su misma generación por lo menos éramos contemporáneos, vivíamos similares experiencias.
De simples músicos avanzaron a niveles de filosofía global.
Es interesante cómo de los temas del “yo” los Beatles amplían su dimensión y ya no sólo nos cuentan anécdotas de “quiero agarrar tu mano” sino que cantan asuntos más complicados como darle poder al pueblo, imaginar sociedades en paz y solidaridad, aceptar que existen fuerzas divinas, resistir a la violencia y privilegiar el acuerdo sobre el desacuerdo.
“You say good-by, I say hello”, es una línea que ejemplifica bien lo que digo: no nos dividamos ni separemos como entidad humana; ante cualquiera diferencia “we can work it out” parecen decirnos.


X.-
Es probable que hayamos conocido al mismo tiempo que ellos al amor, la pasión y el dolor, y si no es así fueron ellos quienes nos ayudaron a entenderlos anticipadamente por medio de la poesía de sus canciones.
Tanta insistencia en querer, amar, acariciar, abrazar, besar, cantar, bailar, así como soñar, imaginar y desear, quizás lo que pretendía era sacarnos de ser los tontos de la colina para inscribirnos en el club de los corazones solitarios, donde el único requisito de ingreso es portar amor. ¿Acaso no dice su lema, que es el mejor lema humano: “All you need is love”...?
Para todos los males, para las desgracias, para vivir y morir, para acompañarte con otros, para soñar con el pasado o con el porvenir, para crecer íntimamente all you need is love...
¿Por qué danzan las constelaciones, por qué sigue alumbrando el sol, por qué brillan las estrellas si no es porque cada vez que la gente dice “te amo” se llenan ellas de energía? ¿Por qué resistimos a la violencia y a la guerra sino porque acabamos descubriendo que es más rentable el amor?: este suma, aquellas restan pobladores a la humanidad.

XI.-
Suena exagerado pero es probable que si no hubiéramos aprendido esas lecciones de los Beatles no seríamos hoy lo que somos: sobrevivientes de los dificultosos años 60...
En esa época en que mandaban dictaduras militares, en que a los muchachos nos tomaban en la calle a fuerza para sumarnos a los batallones, en que el colegio nos oscurecía la mente con ideas de Satanás, en que existían barbaridades tales como “hijos legítimos e ilegítimos”, estos cuatro psiquiatras de guitarra y tambor ya advertían didácticos al universo: all you need is love...
Esta noche les rendimos tributo y homenaje, recordamos sus gustos y sus ganas, el placer casi orgásmico de cantar, la garra que le ponían al instrumento y el deleite a la voz.
Y entre todos soy un afortunado pues exacto a los 64 años me toca celebrar en un auditorio de San Pedro Sula aquella tonada que pregunta: “Cuando envejezca / cuando pierda el cabello / falta bastante / me seguirás enviando tarjetas de San Valentín / felicitaciones de cumpleaños, una botella de vino...?”
Bienvenida pues a los Beatles de nuevo, los que nunca envejecen, los que nunca extravían al amor.



Gracias.

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