SOBRE LETICIA DE OYUELA
(Diario El Heraldo)
1-hableme
un poco del libro “Constructores Artísticos entre Siglos”, que será lanzado el
martes en Tegucigalpa.
JE: Lo
siento, todavía no lo conozco.
2-Como
surge su amistad con Leticia de Oyuela
JE: En
1967 yo había ganado un modesto premio literario en la Escuela Superior del
Profesorado, con tres cuentos todavía medio costumbristas, y en algún momento
llegué a regalarle un ejemplar a Lety, que por entonces estaba en la UNAH. Se
interesó y me preguntó si tenía otros. Efectivamente yo estaba trabajando en un
libro de cuentos más ambicioso y año y medio más tarde, cuando Lety estaba en
la editorial de la UNAH, se lo presenté. Lo aprobó y editó, pero lo más
importante para mí es que me señaló que esos cuentos ofrecían una factura
diferente a lo tradicional en Honduras y me alentó a proseguir escribiendo. Fue
el inicio de una amistad prolongada y siempre llena de cariño y respeto mutuos.
3-Hableme
de ella como persona y amiga
JE: Lo
que aún me maravilla de ella es su increíble capacidad para acumular información
y relacionarla. De ella aprendí a ser un procesador de información, un
transformador de la misma, cosa que hago en mis escritos. Es probable que a
ambos se nos recuerde no por haber inventado algo maravilloso sino por haber
reflexionado mucho sobre lo que la gente sabe o medio sabe pero que es incapaz
de interconectar. En ese campo Lety era una maestra del uso del conocimiento y
como tal se prodigó a mucha gente que agradeció o no agradeció su colaboración.
En mi caso, como era algo menor que ella y yo quería llegar algún día en el
futuro a poseer ese dominio de alguna o varias materias, le expresé siempre
admiración. Esa manera de agradecimiento que es la admiración llevó a una
amistad muy sólida donde ambos nos respetábamos y sobre todo no nos mentíamos
ni engañábamos, ni siquiera por etiqueta social. Lety fue una amiga de profunda
raíz ética, que es la virtud que más admito en las personas.
4-Hableme
de ella como profesional
JE: Leticia
fue muy rigurosa en la búsqueda de la información, es decir en los procesos de
investigación y consulta, pero no así en el procesamiento de ese material,
dentro del cual se permitía libertades creativas e imaginativas, siempre como
propuestas de interpretación. Esto ocurría por su misma y enorme capacidad de
relacionar informaciones. Así, un dato histórico sobre Tegucigalpa, por
ejemplo, le permitía deducir características de personas en esa ciudad, o de
colectividades, algo a lo que no se atreve el historiador común, quien se ciñe
rígida y escrupulosamente al dato. Lety exploraba ese dato, lo hacía explotar,
no porque impusiera sobre lo exacto la imaginación sino porque tenía mucha fe
en sus deducciones. Cuando se le lee debe comprenderse, por tanto, que en sus
textos existe una base concreta de realidad pero igual una superestructura de
indagación. Si muchas personas comprendieran esto se darían cuenta de que fue
un método suyo de trabajo, no un defecto o error.
5-Hableme
de su legado
JE. La
ciudad malagradecida que es Tegucigalpa nunca reconocerá su legado,
probablemente. Y ello porque, como Leticia misma lo señalaba, la ciudad se
despersonalizó, se distorsionó, empezando en 1970 dejó de ser lo que
originalmente era para convertirse en otra cambiante y sin sustento. La
burguesía capitalina, que en diversas épocas tanto peleó por salvar al país, al
final, es decir ahora, fue sustituida por arribistas y por gentes que carecen
de raíz en ella. Por tanto, si esa población no vibra, no se reconoce con su
medio, menos para que reconozca el legado de Leticia.
Ese
legado es una vida íntegra dedicada al estudio de Honduras pero sobre todo de
su ciudad Tegucigalpa. Es una interpretación permanente del alma de Tegucigalpa
y Comayagüela, es la búsqueda de las voces de antaño en los labios de hoy; es
la comprensión de cómo la luz, la montaña, los vientos, la piedra, el canario
pertenecen a un determinado entorno y formulan con ello una personalidad
social. Cosa que desde luego no se hace sino con intenso amor.
6-Qué distinguió
a Lety de Oyuela de los demás escritores de su genero
JE: La
indagación permanente, la búsqueda insomne de alguna forma de verdad. No es que
otros artistas no tengan esta virtud sino que ninguno otro de ellos, con
excepción del ya también ido Ramón Oquelí, la transformó en obsesión. Pensar la
historia 24 horas al día es agotador, pero igual puede convertirse en orgasmo
intelectual. Caminar y sentir, especialmente eso, sentir, que bajo cada piedra urbana
se oculta una anécdota histórica, un suceso político, un júbilo, un crimen, requiere
no sólo ser profundo conocedor sino también intenso imaginador.
7-Si
tuviera que describirla como la definiría en pocas palabras
JE: La
última heroína de la cultura hondureña del siglo XX.
(Retrato por Johnny Mcdonald, 1988).
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