22 mayo, 2015

CONVERGENCIAS CULTURALES
EN LA REGIÓN Y CON ALEMANIA
Julio Escoto MA

30 AÑOS DEL SERVICIO ALEMÁN
DE INTERCAMBIO ACADÉMICO (DAAD)
San José, Costa Rica - Mayo 13, 2015

…la ciudad alemana de Berlín marcó el inicio del mundo bipolar (USA-URSS) en Mayo de 1945 con la toma por el Ejército Rojo del parlamento alemán y fue esta misma ciudad la que marca el principio del mundo monopolar y el inicio de la globalización capitalista neoliberal con la caída del muro en Noviembre de 1989.

A Helmut Lutz, maestro cervecero.

A
ntes de escribir la primera palabra de esta plática, llamada conferencia, tuve muchas dudas e inquietudes.
El director, Michael Eschweile, me había pedido referirme al proceso de construcción académica forjado desde el DAAD en los pasados treinta años, pero debí declinar tan honrosa distinción pues soy inexperto en el tema.
Propuse más bien derivar esa indagación hacia el proceso de influencias culturales generadas por la cultura alemana en Centroamérica, hasta desembocar en la exitosa como extraordinaria labor del DAAD, ya que allí me sentía más cómodo.
Comencé entonces una ambiciosa búsqueda de informaciones interesantes y partí a revisar mis libros, revistas y folletos en torno a la materia, ocurriéndome con que a cada entrada en mi biblioteca, a cada tomo que exploraba para comprobar lecturas previas, el mundo de la presencia alemana, en general, se abría como selva frondosa que amenazaba tragar el tema de mi conferencia.
Allí descubrí que al primer germano que llegó a León, Nicaragua, en 1810, la gente lo llamaba, por no poder pronunciar el nombre, “Don Alemán”, quizás originario de Hamburgo o Bremen, y que era un comerciante que vendía “productos del país como cacao, índigo, cochinilla, nácar, carey, hule, así como también importaba artículos europeos[1]”.
Décadas más tarde, en 1881, la institutriz María Soltera, que viene contratada desde Londres, mientras viaja de Amapala a San Pedro Sula se encuentra con un prusiano, el Dr. M. G. Gaertner, por veces nombrado Fritzgaertner, quien llegó a ser minero y geólogo del gobierno hondureño. Gaertner es el fundador del segundo periódico en idioma inglés publicado en Centro América, el bisemanario Honduras Progress[2].
Casi al mismo tiempo, en 1880, el alemán W. Goodyear concluye el primer reconocimiento científico de los volcanes de El Salvador, de los que cataloga 177, y tiempo después Karl Sapper extiende esa investigación y publica su densa obra “Volcanes de América Central” (1925).
Cuando se reorganiza la Escuela Militar hondureña, en 1904, surge otra influencia alemana indirecta al contratarse al Capitán chileno Luis Oyarzun, quien establece planes de estudio y disciplina calcados del ejército de Chile, a su vez saturado con influencias alemanas desde 1885. Encanta a la tropa el nuevo fusil Mauser Werke y las tesis de estrategia son esencialmente prusianas[3]. Entre sus egresados surgen los luego generales Vicente Tosta Carrasco y Abel Villacorta, quienes además formaron parte del cuerpo académico de esa escuela militar. Otro graduado de la Escuela Superior de Guerra del Imperio Alemán. Terencio Sierra, llegaría a ser presidente constitucional entre 1899 y 1903.

Consulado de Alemania

Situado en 2ª calle y 1ª avenida de San Pedro Sula. Sentados: don German Gastel (izq.) y Eduardo Kraft. De pie: Pablo Meyer y Alfredo Gerhart; ca. 1925. Del libro Centro Editorial. IMÁGENES DE SAN PEDRO SULA, 2002.
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A mediados del siglo XIX La Mosquitia era sitio estratégico mundial gracias a la posibilidad de construir allí, vía el río San Juan nicaragüense (San Juan del Norte o Greytown), el canal interoceánico.
“En este contexto el príncipe Karl de Prusia y el príncipe Schonber-Waldenburg, quien también tenía interés en proyectos coloniales ~dice Benjamin Tillman~ dirigieron su atención a la costa misquita. En 1844 el príncipe Karl envió una comisión para investigar el potencial de una colonización. El grupo concluyó que la Costa era apta para tales fines y, de regreso en Alemania, publicó un reporte de sus hallazgos”.
Mientras en Berlín y en Konisberg se fundaban organizaciones para promover y llevar a cabo el proyecto colonizador, los dos príncipes intentaban comprar extensiones de tierra que fueran adecuadas. Pero los líderes alemanes no podían concretar las compras ya que las personas que ofrecían tierras carecían de títulos de propiedad (…).
El gobierno alemán prohibió después promover la migración y el proyecto desapareció, si bien “un pequeño grupo de personas en Konisberg persistió en su intento y adquirió tierras cerca de Bluefields, las cuales fueron vendidas por comerciantes ingleses. Desafortunadamente, cuando llegó a Bluefields, en Septiembre de 1846, el grupo de 107 miembros encontró que los títulos que respaldaban su derecho de propiedad eran ilegales”. “Para empeorar la situación el barco en que se transportaban salió sigilosamente de la bahía sin pagar los impuestos portuarios. Los inmigrantes quedaron abandonados a su suerte y varios miembros del grupo murieron a causa de enfermedades”. Les ayudó Patrick Walter, diplomático británico en la costa misquita, quien les dio medicinas y albergue[4].

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Tras su independencia, Costa Rica empezó a recibir migración masiva de países europeos, especialmente de alemanes, franceses, españoles, ingleses, italianos y polacos, con menor proporción de países latinoamericanos.
En 1864, siglo XIX, vivían 164 alemanes en Costa Rica, y tras otros noventa (90) años, en 1950, apenas 360, una migración muy pobre.

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Los Tiffer, de origen alemán, llegaron a Nicaragua hacia 1770, como parte de la armada española. Luis Tiffer fue jefe de las cañoneras del Gran Lago en la década de 1770 y fue quien escoltó a la joven española secuestrada en Juigalpa, Maria Manuela Rodríguez, para viajar con su marido y jefe misquito desde León a Tuapi pasando por Matagalpa, tras matrimoniarse ambos (el Jefe y la Bella) en la catedral de León. Fue una increíble historia de amor entre dos culturas opuestas: española y misquita-inglesa. El primer Tiffer que entró a Nicaragua fue Luis, hacia 1750, quien se estableció en Masatepe y luego entre Nandasmo, Diriomo y Masaya[5].
La inmigración alemana en Guatemala comienza con Rodolfo Dieseldorff, en 1863. Otros grupos siguieron su ejemplo ya que se hablaba bien del lugar y lo que más gustaba a los germanos de la Verapaz era su «aislamiento natural, su clima templado y su suelo fértil, y las posibilidades de desarrollo agrícola y comercial[6]»
Tuvieron buenos resultados porque, a fines de 1890, la producción cafetalera de ese departamento estaba en manos de alemanes. Los primeros colonos eran jóvenes con recursos propios, apoyo de familiares y garantías crediticias de firmas comerciales para iniciar empresas agrícolas o comerciales, además de facilidades que incluían líneas navieras hasta el comprador en Alemania5
Los alemanes se organizaron en una comunidad unida y solidaria. Hacían sus actividades sociales en el Club Alemán o Deutsche Verein, en Cobán, fundado en 1888.

SIGLO XX
El siglo XX europeo se inicia con una intensa descomposición social que obliga a las gentes a buscar respuestas políticas y económicas desesperadas. El imperio español se ha debilitado pero han tomado fuerza los regímenes autoritarios en Francia, Holanda, Inglaterra, Prusia y Bélgica, que influyen en América.
Se habla de una cultura idealista, seguidora de Platón, y dos filósofos alemanes, Kant y Hegel, imponen su pensamiento en las universidades del mundo, pero también de culturas anarquistas, que no creen en ningún principio de autoridad y uno de cuyos actos ~el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria en Sarajevo (Junio, 1914)~ inicia la primera guerra mundial. Durante ese conflicto el presidente salvadoreño Carlos Meléndez, junto con México y Argentina, se niega a declararle la guerra a Alemania hasta que es forzado por Estados Unidos.
Si hasta el siglo XIX Alemania era muy visible en el istmo centroamericano debido al número de sus ciudadanos que cruzaba rumbo a California por las rutas de Panamá y del lago de Nicaragua, a inicios el siglo XX lo que estremece a las comunidades del mundo, y por ende latinoamericanas, es el pensamiento de un ciudadano alemán, Karl Marx, cuyo materialismo revoluciona ~es el término correcto~ a las sociedades.
Marx desarrolla una teoría de la lucha de clases que va a servir como argumento político a generaciones de pensadores de izquierda y revolucionarios, quienes consideran, como Marx, que lo que empuja a la historia es la tensión irresoluble entre pobres y ricos. Otros dogmas marxistas, como la tesis de la dictadura del proletariado, la extinción de la propiedad privada y del dinero, así como del Estado mismo, originaron interminables, incluso cruentos debates, a lo largo del siglo XX.
Pero también el arte alemán crea, junto a otros aportes, nuevas estéticas y fija cánones, alienta gustos internacionales. Aunque sus composiciones provienen del siglo XIX, es en el XX cuando Ludwig van Beethoven se impone como registro supremo, equilibrio clásico, patrón ejemplar, con sus diversas sinfonías, estudios y conciertos. La Quinta de sus sinfonías (Opus 67) es la polifonía interpretada mayor número de veces en escenarios musicales.
Antes de él fue Wagner, a quien inspiró otro hosco aunque visionario filósofo, Federico Nietzstche, fallecido en 1900, quien afirmaba que el hombre culto y sensible está más allá del bien y del mal, lo que le confiere superioridad. Los amantes centroamericanos de música consideran a la ciudad de Bayreuth, donde vivió Wagner, como la meca de la ópera.
Nietzstche aparece citado en artículos y poemas de casi todos los autores de los movimientos modernista y postmodernista latinoamericanos, desde Rubén Darío y Juan Ramón Molina a Rafael Arévalo Martínez[7].
Por estos y otros factores de cultura el siglo XX de nuestra historia está plagado de presencias alemanas.
El compositor de la música del himno nacional de Honduras (1904), Carlos Hartling, es alemán, y en su factura se escucha, al fondo, el redoble de los fastos prusianos[8]. Juan Gaspar Stork, de Colonia, fue nombrado Obispo de Costa Rica en 1904, tras haber enseñado en el Seminario de San José durante una década, y apellidos como Thiel, Niehaus, Effinger (Ministro de Obras Públicas, 1930), Rohrmoser, Bolandi, Orlich, son frecuentes, habiendo sido veinte de ellos diputados y ministros[9]. En Guatemala el presidente Jacobo Árbenz Guzmán era de ascendencia germana, en tanto que en Honduras el Arzobispo Agustín Hombach, originario de Colonia, gobernó la iglesia local durante una década (1923 a 1933).
Las primeras cervecerías en Guatemala y Honduras fueron fundadas por alemanes[10], mientras que en Amapala, Golfo de Fonseca, los mejores establecimientos comerciales ~no siempre honestos~ eran de alemanes[11]; el único edificio que resistió los terremotos de 1931 y 1972 en Managua fue el Palacio Nacional, construido por Theodor Hocke, de la misma forma que el barrio Sajonia de esa ciudad se titula así porque allí fundó un taller mecánico con tal nombre el ingeniero alemán Julius Wiest, llegado de Württemberg a fines del siglo XIX[12].

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Cuando la segunda guerra mundial, los alemanes que aún residían en Centroamérica fueron capturados, confiscados sus bienes y enviados a campos de concentración en Estados Unidos, habiendo existido también campos de detención en Nicaragua, Costa Rica y la Zona del Canal de Panamá[13].
Varios buques de bandera hondureña fueron hundidos en el Caribe por submarinos alemanes, entre ellos el mercante “Nicolás Cúneo” (Agosto, 1942); el SS Amapala (Mayo, 1942) y varios barcos de la flota de la Standard Fruit Co., que tuvieron encuentros con diversos U-Boats.
En varios países, incluso México, persiste el rumor de que las compañías bananeras llegaron a acuerdos secretos con los capitanes de submarinos para proveerles agua y bastimentos a condición de que no torpedearan sus naves. Esto nunca ha sido probado.

Desde la partitura a la tecnología del café o al fusil Máuser; desde las lentes Schneider Kreuznach a la Escuela de filosofía de Frankfurt[14], a la Bauhaus de arquitectura, o a la Escuela Austriaca de Friedrich Hayek, el intercambio cultural alemán con Centroamérica ha sido extenso, productivo y constante.

COLOFÓN
En la década de 1960 impactaron sobre Centroamérica tres poderosos modificadores culturales. Fueron la minifalda, la píldora anticonceptiva y el Volkswagen.
Con la primera ~la corta pieza de moda (36 centímetros) ideada por Mary Quant~ la mujer adquirió por vez primera el derecho a mostrar la belleza de su cuerpo sin sentimiento de pecado, imposición varonil ni hipocresía. Los machos quedamos tanto sorprendidos como maravillados. El mundo ya nunca fue igual.
Mediante la pastilla anticonceptiva la mujer adquirió por inicial vez la potestad para regular su propia renovación genética. Fuera quedaron las advertencias eclesiales de que hay que tener todos los hijos que dios manda, que el sexo es pecado y que prevenir embarazos es criminal, conceptos medievales sufridos por nuestras abuelas.
Pero, se consultarán ustedes: ¿y el Volkswagen, qué tiene que ver en esta relación…?
Es que en la Centroamérica del siglo pasado los medios de transporte eran obligadamente de estilo rural: carreta, mula, diligencia. Era escaso el transporte masivo. El caballo fue sustituido, en las ciudades, por la bicicleta y sólo muy tardíamente por la motocicleta o el automóvil personal.
Y de pronto arriba en la quinta década un vehículo no sólo de bajos costo y mantenimiento, enfriado por aire y ligero sino que además con capacidad para trasladar de media a una docena de personas y la economía se acelera, los tiempos de compromiso se perfeccionan, el circulante adquiere velocidad, la sociabilidad se incrementa ya que las gentes se ven de cerca, apretujados o no, unos junto a otros y se conocen, se citan, se comunican, posicionan negocios, se enamoran quizás...
El transporte del pueblo nunca fue tan democrático como entonces e incluso, hacen la broma en Tegucigalpa, los buseros aprenden a hablar alemán ya que para comprimir a los viajeros y conseguir más ganancia gritaban: “suban, siéntensen, estrújensen…”

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Lo anterior permite entonces comprender que el Servicio Alemán de Intercambio Académico no surge del vacío sino dentro de toda una experiencia histórica que hermana a nuestras naciones ~y particularmente a nuestros pueblos~ mucho más allá de un llano organismo oficial.
Cuando se crea al DAAD nace dentro de una tradición de contacto entre Alemania y Latinoamérica que data de por lo menos dos siglos. Es un tejido de asociación donde las dificultades del idioma, la diferencia de cultura y las asimetrías tecnológicas parece que más bien contribuyen a acercar que a distanciar.
Luego de la etapa imperial alemana del siglo XIX, cuando envió sus cañoneras para cobrar empréstitos oficiales, igual que todos los imperios, el peso democrático y civilizador se hizo más vigente que nunca.
Aquellos pioneros que empujados por la guerra, el desarraigo o la ambición cruzaron Centroamérica y se quedaron en ella deben haber motivado, con sus cartas y narraciones a casa, un primer afecto transnacional que rinde hoy maravillosos frutos. De alguna manera logramos insertarnos en el corazón de la comunidad germana y generamos su voluntad de apoyo.
Pienso, sin embargo, que deberían existir niveles más profundos de compromiso entre los becarios del DAAD. La cooperación para el desarrollo implica una praxis del conocimiento, no sólo el conocimiento egoísta de beneficio personal; a Centroamérica no le sirve tener hombres y mujeres mejor formados si estos carecen de principios solidarios, si no se convierten en motores de la transformación y en agentes de cambio.
La cultura no es, obviamente, aseguro de dedicación a los demás pero debería serlo, de lo contrario carece de razón para existir. El sabio que masculla su sabiduría circundado de pobres y menesterosos se vuelve una negación de la marcha de la historia.
Digo esto, para concluir, porque es el espíritu del DAAD, extraído quizás de los cientos de casos que narra la biografía centroamericana en que ciudadanos alemanes avecindados se sacrificaron por beneficiar a sus comunidades.
En 1841 cierta compañía belga fundó una colonia en la costa de Guatemala y escogió como su director a Alexander von Bulow, un ingeniero que ansiaba poblar el istmo con obreros germanos. Bulow consiguió que un rey misquito le autorizara asentar 400 migrantes en Bluefields (1849) pero la colonia fracasó y los alemanes partieron a las ciudades.
Más adelante (185l), con el auspicio de la Sociedad Colonizadora de Berlin, von Bullow trajo tres barcos con migrantes hasta el interior de Costa Rica, particularmente San José. Muchos murieron en el tránsito o en el viaje desde el litoral.
Finalmente von Bullow, enamorado de estas tierras, se unió al ejército liberador que combatía al filibustero de Tennessee, William Walker, quien buscaba apoderarse del istmo para instaurar la esclavitud.
En algún instante de 1856 von Bullow cayó infectado por el cólera y murió aún con la espada en la mano…
Cuando escucho historias tan heroicas como esta siento que quizás fue de allí de donde se gestaron los primeros impulsos de la fraternidad germana con Centroamérica.
Una solidaridad que estamos obligados a corresponder edificando a la Centroamérica de la paz, equitativa, justa y feliz.
Larga vida, pues, al DAAD.
Gracias.



[1] Güetz Von Houwald. “Los alemanes en Nicaragua. Pioneros y emprendedores”. www.manfut.org.
[2] Mary Lester. UN VIAJE POR HONDURAS (A lady’s ride across Spanish Honduras. Londres, William Blackwood 1884). Trad. Anita Herzfeld, notas: Marcos Carías. EDUCA, 1982. ISBN-84-8360-149-4. EL primer periódico bilingüe español inglés debió ser el creado por Henry Gottel en Rivas (1865 ó 1866) con nombre “El Porvenir”
[4] Benjamin F. Tillman. LA INFLUENCIA MORAVA EN EL PAISAJE DE LA MOSQUITIA HONDUREÑA. Guaymuras 2004.
[6] Wikipedia
[7] Julio Escoto. “Prólogo”. TIERRAS, MARES Y CIELOS. Centro Editorial. ISBN-84-8360-037-4.
[8] Originario de Erfurt, nació el dos de Septiembre de 1869, hijo de Jorge y Enriqueta Hartling. Estudió música en Conservatorio del Gran Duque de Weimar, continuó estudios en el de Leipzig, que culminó en la Academia de Música de Munich. Dirigió varias obras musicales para orquestas, operetas y marchas en diversos conjuntos de su patria, además de ser director de una Banda de la Marina de Guerra antes de venir a Honduras en 1896. Roberto R. Reyes Mazzoni. UN PUEBLO EN BUSCA DE SUS SÍMBOLOS NACIONALES. LA HISTORIA DEL HIMNO NACIONAL DE HONDURAS. ISBN-978-99926-33-80-9.
[9] David Tock. German Immigration and Adaptation to Latin America. Senior Thesis in the Honors Program Liberty University, Spring 1994. http:// digitalcommons.liberty.edu/cgi/viewcontent.cgi?article= 1110&context=honors
[10] En 1898 Oertge y Federico Werling fundan en Tegucigalpa la Cervecería Alemana; en 1912 inmigrantes alemanes establecen en Tegucigalpa Cervecería Brema.//“A principios de 1858 Teodoro Kreitz tenía una confitería en La Calle del Hospital frente a Variedades, actual Zona 1. Probablemente aprendió el oficio de repostería con su padre Pedro. Fue precisamente en ese negocio donde también estableció un negocio de cerveza, dando inicio de esa manera a la influencia licorera alemana en aquel entonces y que permanece hasta estos días haciendo eco en La Cervecería Centroamericana”. http://www.afehc-historia-centroamericana. org/index.php/index. php?action=fi aff&id=3590
[11] Bustillo Lacayo. G. EL GOLFO DE FONSECA: REGIÓN CLAVE EN CENTROAMÉRICA. ISBN-00026-28-09-X; Segisfredo Infante. LOS ALEMANES EN EL SUR (1900-1947). Tegucigalpa, Editorial UNAH. 1993; Mario Argueta. LOS ALEMANES EN HONDURAS. Centro de Documentación de Honduras, 1992.
[12] Von Houwald, op cit.
[13] The following nations set up their own detention facilities for enemy aliens of Axis nations: Brazil, Colombia, Costa Rica, Cuba, Curaçao, the Dominican Republic, Mexico, Nicaragua and Venezuela, as well as in the Panama Canal Zone”. http://www.calms.org/where_we_work/guatemala.html

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