CONVERGENCIAS CULTURALES
EN LA REGIÓN Y CON ALEMANIA
Julio Escoto MA
30 AÑOS DEL SERVICIO ALEMÁN
DE INTERCAMBIO ACADÉMICO
(DAAD)
San José, Costa Rica - Mayo 13, 2015
…la ciudad alemana de Berlín marcó el
inicio del mundo bipolar (USA-URSS) en Mayo de 1945 con la toma por el Ejército
Rojo del parlamento alemán y fue esta misma ciudad la que marca el principio del
mundo monopolar y el inicio de la globalización capitalista neoliberal con la caída
del muro en Noviembre de 1989.
A Helmut Lutz, maestro cervecero.
A
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ntes de escribir la primera palabra
de esta plática, llamada conferencia, tuve muchas dudas e inquietudes.
El director, Michael Eschweile, me
había pedido referirme al proceso de construcción académica forjado desde el DAAD
en los pasados treinta años, pero debí declinar tan honrosa distinción pues soy
inexperto en el tema.
Propuse más bien derivar esa indagación
hacia el proceso de influencias culturales generadas por la cultura alemana en Centroamérica,
hasta desembocar en la exitosa como extraordinaria labor del DAAD, ya que allí me
sentía más cómodo.
Comencé entonces una ambiciosa búsqueda
de informaciones interesantes y partí a revisar mis libros, revistas y folletos
en torno a la materia, ocurriéndome con que a cada entrada en mi biblioteca, a cada
tomo que exploraba para comprobar lecturas previas, el mundo de la presencia alemana,
en general, se abría como selva frondosa que amenazaba tragar el tema de mi conferencia.
Allí descubrí que al primer germano
que llegó a León, Nicaragua, en 1810, la gente lo llamaba, por no poder pronunciar
el nombre, “Don Alemán”, quizás originario de Hamburgo o Bremen, y que era un comerciante
que vendía “productos del país como cacao,
índigo, cochinilla, nácar, carey, hule, así como también importaba artículos europeos[1]”.
Décadas más tarde, en 1881, la institutriz
María Soltera, que viene contratada desde Londres, mientras viaja de Amapala a San
Pedro Sula se encuentra con un prusiano, el Dr. M. G. Gaertner, por veces nombrado
Fritzgaertner, quien llegó a ser minero y geólogo del gobierno hondureño. Gaertner
es el fundador del segundo periódico en idioma inglés publicado en Centro América,
el bisemanario Honduras Progress[2].
Casi al mismo tiempo, en 1880, el
alemán W. Goodyear
concluye el primer reconocimiento científico de los volcanes de El Salvador, de
los que cataloga 177, y tiempo después Karl Sapper extiende esa investigación y
publica su densa obra “Volcanes de América Central” (1925).
Cuando se reorganiza la Escuela Militar
hondureña, en 1904, surge otra influencia alemana indirecta al contratarse al Capitán
chileno Luis Oyarzun, quien establece planes de estudio y disciplina calcados del
ejército de Chile, a su vez saturado con influencias alemanas desde 1885. Encanta
a la tropa el nuevo fusil Mauser Werke y las tesis de estrategia son esencialmente
prusianas[3].
Entre sus egresados surgen los luego generales Vicente Tosta Carrasco y Abel Villacorta,
quienes además formaron parte del cuerpo académico de esa escuela militar. Otro
graduado de la Escuela
Superior de Guerra del Imperio Alemán.
Terencio Sierra, llegaría a ser presidente constitucional entre 1899 y 1903.
Consulado de Alemania
Situado
en 2ª calle y 1ª avenida de San Pedro Sula. Sentados:
don German Gastel (izq.) y Eduardo Kraft. De pie: Pablo Meyer y Alfredo Gerhart;
ca. 1925. Del libro Centro Editorial.
IMÁGENES DE SAN PEDRO SULA, 2002.
n
A mediados del siglo XIX La Mosquitia
era sitio estratégico mundial gracias a la posibilidad de construir allí, vía el
río San Juan nicaragüense (San Juan del Norte o Greytown), el canal interoceánico.
“En este contexto el príncipe Karl
de Prusia y el príncipe Schonber-Waldenburg, quien también tenía interés en proyectos
coloniales ~dice Benjamin Tillman~ dirigieron su atención a la costa misquita. En
1844 el príncipe Karl envió una comisión para investigar el potencial de una colonización.
El grupo concluyó que la Costa era apta para tales fines y, de regreso en Alemania,
publicó un reporte de sus hallazgos”.
Mientras en Berlín y en Konisberg
se fundaban organizaciones para promover y llevar a cabo el proyecto colonizador,
los dos príncipes intentaban comprar extensiones de tierra que fueran adecuadas.
Pero los líderes alemanes no podían concretar las compras ya que las personas que
ofrecían tierras carecían de títulos de propiedad (…).
El gobierno alemán prohibió después
promover la migración y el proyecto desapareció, si bien “un pequeño grupo de personas
en Konisberg persistió en su intento y adquirió tierras cerca de Bluefields, las
cuales fueron vendidas por comerciantes ingleses. Desafortunadamente, cuando llegó
a Bluefields, en Septiembre de 1846, el grupo de 107 miembros encontró que los títulos
que respaldaban su derecho de propiedad eran ilegales”. “Para empeorar la situación
el barco en que se transportaban salió sigilosamente de la bahía sin pagar los impuestos
portuarios. Los inmigrantes quedaron abandonados a su suerte y varios miembros del
grupo murieron a causa de enfermedades”. Les ayudó Patrick Walter, diplomático británico
en la costa misquita, quien les dio medicinas y albergue[4].
n
Tras su independencia, Costa Rica empezó a recibir migración masiva de países
europeos, especialmente de alemanes,
franceses, españoles, ingleses,
italianos y polacos, con
menor proporción de países latinoamericanos.
En 1864, siglo XIX, vivían 164 alemanes en Costa Rica, y tras otros noventa
(90) años, en 1950, apenas 360, una migración muy pobre.
n
Los
Tiffer, de origen alemán, llegaron a Nicaragua hacia 1770, como parte de la armada
española. Luis Tiffer fue jefe de las cañoneras del Gran Lago en la década de 1770
y fue quien escoltó a la joven española secuestrada en Juigalpa, Maria Manuela Rodríguez,
para viajar con su marido y jefe misquito desde León a Tuapi pasando por Matagalpa,
tras matrimoniarse ambos (el Jefe y la Bella) en la catedral de León. Fue una increíble
historia de amor entre dos culturas opuestas: española y misquita-inglesa. El primer
Tiffer que entró a Nicaragua fue Luis, hacia 1750, quien se estableció en Masatepe
y luego entre Nandasmo, Diriomo y Masaya[5].
La inmigración alemana en Guatemala comienza con Rodolfo Dieseldorff, en 1863.
Otros grupos siguieron su ejemplo ya que se hablaba bien del lugar y lo que más
gustaba a los germanos de la Verapaz era su «aislamiento natural, su clima templado
y su suelo fértil, y las posibilidades de desarrollo agrícola y comercial[6]»
Tuvieron buenos resultados porque, a fines de 1890, la producción cafetalera de ese departamento estaba
en manos de alemanes. Los primeros colonos eran jóvenes con recursos propios, apoyo
de familiares y garantías crediticias de firmas comerciales para iniciar empresas
agrícolas o comerciales, además de facilidades que incluían líneas navieras hasta
el comprador en Alemania5
Los alemanes se organizaron en una comunidad unida y solidaria. Hacían sus actividades
sociales en el Club Alemán o Deutsche Verein,
en Cobán, fundado
en 1888.
SIGLO XX
El siglo XX europeo se inicia con
una intensa descomposición social que obliga a las gentes a buscar respuestas políticas
y económicas desesperadas. El imperio español se ha debilitado pero han tomado fuerza
los regímenes autoritarios en Francia, Holanda, Inglaterra, Prusia y Bélgica, que
influyen en América.
Se habla de una cultura idealista,
seguidora de Platón, y dos filósofos alemanes, Kant y Hegel, imponen su pensamiento
en las universidades del mundo, pero también de culturas anarquistas, que no creen
en ningún principio de autoridad y uno de cuyos actos ~el asesinato del archiduque
Francisco Fernando de Austria en Sarajevo (Junio, 1914)~ inicia la primera guerra
mundial. Durante ese conflicto el presidente salvadoreño Carlos Meléndez, junto
con México y Argentina, se niega a declararle la guerra a Alemania hasta que es
forzado por Estados Unidos.
Si hasta el siglo XIX Alemania era
muy visible en el istmo centroamericano debido al número de sus ciudadanos que cruzaba
rumbo a California por las rutas de Panamá y del lago de Nicaragua, a inicios el
siglo XX lo que estremece a las comunidades del mundo, y por ende latinoamericanas,
es el pensamiento de un ciudadano alemán, Karl Marx, cuyo materialismo revoluciona
~es el término correcto~ a las sociedades.
Marx desarrolla una teoría de la lucha
de clases que va a servir como argumento político a generaciones de pensadores de
izquierda y revolucionarios, quienes consideran, como Marx, que lo que empuja a
la historia es la tensión irresoluble entre pobres y ricos. Otros dogmas marxistas,
como la tesis de la dictadura del proletariado, la extinción de la propiedad privada
y del dinero, así como del Estado mismo, originaron interminables, incluso cruentos
debates, a lo largo del siglo XX.
Pero también el arte alemán crea,
junto a otros aportes, nuevas estéticas y fija cánones, alienta gustos internacionales.
Aunque sus composiciones provienen del siglo XIX, es en el XX cuando Ludwig van
Beethoven se impone como registro supremo, equilibrio clásico, patrón ejemplar,
con sus diversas sinfonías, estudios y conciertos. La Quinta de sus sinfonías (Opus
67) es la polifonía interpretada mayor número de veces en escenarios musicales.
Antes de él fue Wagner, a quien inspiró
otro hosco aunque visionario filósofo, Federico Nietzstche, fallecido en 1900, quien
afirmaba que el hombre culto y sensible está más allá del bien y del mal, lo que
le confiere superioridad. Los amantes centroamericanos de música consideran a la
ciudad de Bayreuth, donde vivió Wagner, como la meca de la ópera.
Nietzstche aparece citado en artículos
y poemas de casi todos los autores de los movimientos modernista y
postmodernista latinoamericanos, desde Rubén Darío y Juan Ramón Molina a Rafael
Arévalo Martínez[7].
Por estos y otros factores de cultura
el siglo XX de nuestra historia está plagado de presencias alemanas.
El compositor de la música del himno
nacional de Honduras (1904), Carlos Hartling, es alemán, y en su factura se escucha,
al fondo, el redoble de los fastos prusianos[8].
Juan Gaspar Stork, de Colonia, fue nombrado Obispo de Costa Rica en 1904, tras haber
enseñado en el Seminario de San José durante una década, y apellidos como Thiel,
Niehaus, Effinger (Ministro de Obras Públicas, 1930), Rohrmoser, Bolandi, Orlich,
son frecuentes, habiendo sido veinte de ellos diputados y ministros[9].
En Guatemala el presidente Jacobo Árbenz Guzmán era de ascendencia germana, en tanto
que en Honduras el Arzobispo Agustín Hombach, originario de Colonia, gobernó la
iglesia local durante una década (1923 a 1933).
Las primeras cervecerías en Guatemala
y Honduras fueron fundadas por alemanes[10],
mientras que en Amapala, Golfo de Fonseca, los mejores establecimientos comerciales
~no siempre honestos~ eran de alemanes[11];
el único edificio que resistió los terremotos de 1931 y 1972 en Managua fue el Palacio
Nacional, construido por Theodor Hocke, de la misma forma que el barrio Sajonia
de esa ciudad se titula así porque allí fundó un taller mecánico con tal nombre
el ingeniero alemán Julius Wiest, llegado de Württemberg a fines del siglo XIX[12].
n
Cuando la segunda guerra mundial,
los alemanes que aún residían en Centroamérica fueron capturados, confiscados sus
bienes y enviados a campos de concentración en Estados Unidos, habiendo existido
también campos de detención en Nicaragua, Costa Rica y la Zona del Canal de Panamá[13].
Varios buques de bandera hondureña
fueron hundidos en el Caribe por submarinos alemanes, entre ellos el mercante “Nicolás
Cúneo” (Agosto, 1942); el SS Amapala (Mayo, 1942) y varios barcos de la flota de
la Standard Fruit Co., que tuvieron encuentros con diversos U-Boats.
En varios países, incluso México,
persiste el rumor de que las compañías bananeras llegaron a acuerdos secretos con
los capitanes de submarinos para proveerles agua y bastimentos a condición de que
no torpedearan sus naves. Esto nunca ha sido probado.
Desde la partitura a la tecnología
del café o al fusil Máuser; desde las lentes Schneider Kreuznach a la Escuela de filosofía
de Frankfurt[14],
a la Bauhaus de arquitectura, o a la Escuela Austriaca de Friedrich Hayek, el intercambio
cultural alemán con Centroamérica ha sido extenso, productivo y constante.
COLOFÓN
En la década de 1960 impactaron sobre
Centroamérica tres poderosos modificadores culturales. Fueron la minifalda, la píldora
anticonceptiva y el Volkswagen.
Con la primera ~la corta pieza de
moda (36 centímetros) ideada por Mary Quant~ la mujer adquirió por vez primera el
derecho a mostrar la belleza de su cuerpo sin sentimiento de pecado, imposición
varonil ni hipocresía. Los machos quedamos tanto sorprendidos como maravillados.
El mundo ya nunca fue igual.
Mediante la pastilla anticonceptiva
la mujer adquirió por inicial vez la potestad para regular su propia renovación
genética. Fuera quedaron las advertencias eclesiales de que hay que tener todos
los hijos que dios manda, que el sexo es pecado y que prevenir embarazos es criminal,
conceptos medievales sufridos por nuestras abuelas.
Pero, se consultarán ustedes: ¿y el
Volkswagen, qué tiene que ver en esta relación…?
Es que en la Centroamérica del siglo
pasado los medios de transporte eran obligadamente de estilo rural: carreta, mula,
diligencia. Era escaso el transporte masivo. El caballo fue sustituido, en las ciudades,
por la bicicleta y sólo muy tardíamente por la motocicleta o el automóvil personal.
Y de pronto arriba en la quinta década
un vehículo no sólo de bajos costo y mantenimiento, enfriado por aire y ligero sino
que además con capacidad para trasladar de media a una docena de personas y la economía
se acelera, los tiempos de compromiso se perfeccionan, el circulante adquiere velocidad,
la sociabilidad se incrementa ya que las gentes se ven de cerca, apretujados o no,
unos junto a otros y se conocen, se citan, se comunican, posicionan negocios, se
enamoran quizás...
El transporte del pueblo nunca fue
tan democrático como entonces e incluso, hacen la broma en Tegucigalpa, los buseros
aprenden a hablar alemán ya que para comprimir a los viajeros y conseguir más ganancia
gritaban: “suban, siéntensen, estrújensen…”
n
Lo anterior permite entonces comprender
que el Servicio Alemán de Intercambio Académico no surge del vacío sino dentro de
toda una experiencia histórica que hermana a nuestras naciones ~y particularmente
a nuestros pueblos~ mucho más allá de un llano organismo oficial.
Cuando se crea al DAAD nace dentro
de una tradición de contacto entre Alemania y Latinoamérica que data de por lo menos
dos siglos. Es un tejido de asociación donde las dificultades del idioma, la diferencia
de cultura y las asimetrías tecnológicas parece que más bien contribuyen a acercar
que a distanciar.
Luego de la etapa imperial alemana
del siglo XIX, cuando envió sus cañoneras para cobrar empréstitos oficiales, igual
que todos los imperios, el peso democrático y civilizador se hizo más vigente
que nunca.
Aquellos pioneros que empujados
por la guerra, el desarraigo o la ambición cruzaron Centroamérica y se quedaron
en ella deben haber motivado, con sus cartas y narraciones a casa, un primer
afecto transnacional que rinde hoy maravillosos frutos. De alguna manera
logramos insertarnos en el corazón de la comunidad germana y generamos su
voluntad de apoyo.
Pienso, sin embargo, que deberían
existir niveles más profundos de compromiso entre los becarios del DAAD. La
cooperación para el desarrollo implica una praxis del conocimiento, no sólo el
conocimiento egoísta de beneficio personal; a Centroamérica no le sirve tener
hombres y mujeres mejor formados si estos carecen de principios solidarios, si
no se convierten en motores de la transformación y en agentes de cambio.
La cultura no es, obviamente,
aseguro de dedicación a los demás pero debería serlo, de lo contrario carece de
razón para existir. El sabio que masculla su sabiduría circundado de pobres y
menesterosos se vuelve una negación de la marcha de la historia.
Digo esto, para concluir, porque
es el espíritu del DAAD, extraído quizás de los cientos de casos que narra la
biografía centroamericana en que ciudadanos alemanes avecindados se
sacrificaron por beneficiar a sus comunidades.
En 1841 cierta compañía belga
fundó una colonia en la costa de Guatemala y escogió como su director a
Alexander von Bulow, un ingeniero que ansiaba poblar el istmo con obreros
germanos. Bulow consiguió que un rey misquito le autorizara asentar 400
migrantes en Bluefields (1849) pero la colonia fracasó y los alemanes partieron
a las ciudades.
Más adelante (185l), con el
auspicio de la Sociedad Colonizadora de Berlin, von Bullow trajo tres barcos
con migrantes hasta el interior de Costa Rica, particularmente San José. Muchos
murieron en el tránsito o en el viaje desde el litoral.
Finalmente von Bullow, enamorado
de estas tierras, se unió al ejército liberador que combatía al filibustero de
Tennessee, William Walker, quien buscaba apoderarse del istmo para instaurar la
esclavitud.
En algún instante de 1856 von
Bullow cayó infectado por el cólera y murió aún con la espada en la mano…
Cuando escucho historias tan
heroicas como esta siento que quizás fue de allí de donde se gestaron los
primeros impulsos de la fraternidad germana con Centroamérica.
Una solidaridad que estamos
obligados a corresponder edificando a la Centroamérica de la paz, equitativa,
justa y feliz.
Larga vida, pues, al DAAD.
Gracias.
[1] Güetz Von Houwald. “Los alemanes en
Nicaragua. Pioneros y emprendedores”. www.manfut.org.
[2]
Mary Lester. UN VIAJE POR HONDURAS (A lady’s ride across Spanish Honduras. Londres, William Blackwood 1884). Trad.
Anita Herzfeld, notas: Marcos Carías. EDUCA, 1982. ISBN-84-8360-149-4.
EL primer periódico bilingüe español inglés debió ser el creado por Henry
Gottel en Rivas (1865 ó 1866) con nombre “El Porvenir”
[4]
Benjamin F. Tillman. LA INFLUENCIA MORAVA EN EL PAISAJE DE LA MOSQUITIA HONDUREÑA.
Guaymuras 2004.
[6]
Wikipedia
[7]
Julio Escoto. “Prólogo”. TIERRAS, MARES Y CIELOS. Centro Editorial. ISBN-84-8360-037-4.
[8]
Originario de Erfurt, nació el dos de Septiembre de 1869, hijo de Jorge y Enriqueta
Hartling. Estudió música en Conservatorio del Gran Duque de Weimar, continuó estudios
en el de Leipzig, que culminó en la Academia de Música de Munich. Dirigió varias
obras musicales para orquestas, operetas y marchas en diversos conjuntos de su patria,
además de ser director de una Banda de la Marina de Guerra antes de venir a Honduras
en 1896. Roberto R. Reyes Mazzoni. UN PUEBLO EN BUSCA DE SUS SÍMBOLOS NACIONALES.
LA HISTORIA DEL HIMNO NACIONAL DE HONDURAS. ISBN-978-99926-33-80-9.
[9] David Tock. German
Immigration and Adaptation to Latin America. Senior Thesis in the Honors Program
Liberty University, Spring 1994. http:// digitalcommons.liberty.edu/cgi/viewcontent.cgi?article=
1110&context=honors
[10] En 1898 Oertge y Federico Werling fundan en Tegucigalpa la Cervecería Alemana; en 1912 inmigrantes
alemanes establecen en Tegucigalpa Cervecería Brema.//“A principios de 1858 Teodoro Kreitz tenía una confitería
en La Calle del Hospital frente a Variedades, actual Zona 1. Probablemente aprendió
el oficio de repostería con su padre Pedro. Fue precisamente en ese negocio donde
también estableció un negocio de cerveza, dando inicio de esa manera a la influencia
licorera alemana en aquel entonces y que permanece hasta estos días haciendo eco
en La Cervecería Centroamericana”. http://www.afehc-historia-centroamericana. org/index.php/index. php?action=fi
aff&id=3590
[11] Bustillo Lacayo. G. EL GOLFO DE FONSECA: REGIÓN CLAVE
EN CENTROAMÉRICA. ISBN-00026-28-09-X; Segisfredo
Infante. LOS ALEMANES EN EL SUR (1900-1947). Tegucigalpa,
Editorial UNAH. 1993; Mario Argueta.
LOS ALEMANES EN HONDURAS. Centro de Documentación de Honduras, 1992.
[12] Von Houwald, op cit.
[13] “The following
nations set up their own detention facilities for enemy aliens of Axis nations:
Brazil, Colombia, Costa Rica, Cuba, Curaçao, the Dominican
Republic, Mexico, Nicaragua and Venezuela, as well as in the Panama Canal Zone”. http://www.calms.org/where_we_work/guatemala.html
[14]
Theodor
Adorno, Walter
Benjamin, Max Horkheimer, Herbert
Marcuse, Jürgen
Habermas, Oskar
Negt y Erich
Fromm entre sus miembros.
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